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Buenas prácticas agrícolas

Control de erosión del suelo

La erosión del suelo, que afecta a todos los tipos de suelo, es un proceso natural en el que se desplaza la capa superficial, la cual alberga la mayor cantidad de materia orgánica y microorganismos, cruciales para la fertilidad de la tierra. En los últimos 150 años, se ha perdido hasta la mitad de la capa superficial del suelo del mundo (Ruvival, 2019), lo que representa una amenaza para la seguridad alimentaria. Este proceso puede verse empeorado por ciertas actividades humanas que provocan una continua y acelerada degradación.

Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la degradación de los suelos afecta a aproximadamente 1900 millones de hectáreas a lo largo del planeta, lo cual se traduce en 65% de los recursos edáficos (flora y fauna originada en el suelo) a nivel mundial, los cuales son considerados un recurso no renovable. La erosión es responsable del 85% de esta degradación, lo cual provoca la pérdida de 36 mil millones de toneladas de suelo fértil al año (OIEA).

La erosión no solamente conlleva la pérdida de la fertilidad de los suelos, sino que también incrementa la contaminación y sedimentación de mantos acuíferos, impactando directamente en la biodiversidad acuática.

Cultivo de cobertura
Campo inundado

Otro grave problema que desencadena un círculo vicioso es que, al degradarse la tierra, ésta va perdiendo su capacidad de retención de agua, lo cual puede traducirse en el aumento de inundaciones,  que al mismo tiempo barren con los suelos aumentando la erosión (Ruvival, 2019). 

Existen diversas prácticas para reducir este fenómeno natural (Díaz, 2010):

  • Disminuir o eliminar el uso del arado.

     

  • Cultivo intercalado.

     

  • Cuencas de retención del agua y construcción de terrazas.

     

  • Utilización de pastos, vetiver, bambú o guadua y árboles.

     

  • Manejo de aguas de escorrentía, cortacorrientes, canales revestidos en piedra y en concreto y torrenteras.

     

  • Barreras de vegetación.

     

  • Colocación de suelos orgánicos.

     

  • Revegetalización con tela de fibra de henequén (cabuya o fique).